Ha habido algunas personas que me han dicho que las dedicatorias me han salido redondas.
En realidad, me han salido de lo más profundo del alma.
Primero a mi madre, Marichu, que se murió cuando ya tenía el libro casi acabado y se lo pude empezar a leer, estoy seguro de que ahora ya se lo ha leído varias veces. Ella es responsable de, al menos, la mitad de lo que soy, como casi todas las madres.
Luego a mi mujer, María, cuanto más tiempo paso con ella, más convencido estoy de que es lo mejor que tengo.
Y, por fin, a mis hijos, Jesús y María, que son lo mejor que yo he hecho, y haré.
Como salieron del corazón, tenían que salir redondas.
No puedo estar más orgulloso.
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