Desde hace cuarenta años que conocí a Abd-al-Aziz, siempre lo he pronunciado como lo leo, Abdal aziz.
Pero he aquí que la fortuna sorprende.
Cuando hice la presentación del libro en la Biblioteca Municipal de Bilbao, tuve la suerte de que el encargado del sonido, que me estuvo ayudando, era árabe, se llamaba Mohamed.
Después de acabar la presentación, en la que el sonido fue perfecto, y cuando estábamos recogiendo, me dijo que Abd-al-Aziz se decía Abdel aszhiszh, así, la zeta como entre el labio, los dientes y la lengua.
Una cosa más que he aprendido.
Muchas gracias a Mohamed.
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